Super poderes en el plato

Por Cristina Arias Galeano

Imagen: Carolina Bedoya

Se dice que en nuestra alimentación está la salud o la enfermedad y gracias a los avances en grandes investigaciones se han comprobado realidades biológicas como que la diabetes tipo 2 es generada por la forma de alimentarnos, que se puede revertir, pero más sorprendente es que se puede prevenir. Esto es tan importante que se entienda, porque puede contribuir a una vida sana.

Los estudios recientes, con muestras poblacionales en donde se buscan las causas de enfermedades que hoy consideramos muy comunes, como  alergias cutáneas,  alteraciones hormonales, trastornos digestivos y, las más delicadas y difíciles de abordar científicamente, como los trastornos mentales -depresiones, esquizofrenia, convulsiones, altos niveles de estrés-, higiene del sueño, todas estas y muchas más que no se mencionan aquí, nos muestran que estas, la mayoría de las veces, están relacionadas con el intestino permeable. Esto quiere decir que tenemos un daño en nuestra barrera intestinal, la cual se encarga de separar y absorber los nutrientes, realizando la homeostasis (equilibrio), para dejar entrar o no partículas al torrente sanguíneo, que luego se repartirán por todo nuestro cuerpo. Por ahora, los dos alimentos que se relacionan con alteraciones en la permeabilidad intestinal son la caseína, proteína más abundante en los lácteos, y el gluten, que es la proteína presente en cereales como el trigo, la cebada y el centeno.

Entendiendo esto, se puede seguir el siguiente paso: atacar el problema, empezar con una consciente reparación de la flora intestinal. Lo primero y más importante es dejar el intox para que el detox funcione. Es fácil:  eliminar de la dieta diaria estos dos alimentos;  el segundo paso es meterse al laboratorio que se llama cocina y empezar a descubrir en los siguientes superalimentos, la sanación, la reparación del intestino.

El agua: este líquido tan perfecto y preciado no puede faltar en el consumo diario en la vida, ya que nuestro cuerpo está constituido por más del 60% de agua, en su peso, utilizado en muchas reacciones bioquímicas. El agua, H20, es la molécula vital, garantiza que siempre haya una buena digestión de los alimentos, buena secreción de jugos digestivos y que el bolo alimenticio circule bien por todo su intestino y llegue adecuadamente a su fin. También a nivel intra y extracelular, es la biomolécula necesaria para todas las complejas y bellas reacciones químicas del organismo.

Áloe vera: está planta mágica y ancestral contiene una lista larga de micronutrientes que son beneficiosas para la salud del sistema digestivo, ya que tiene efectos depurativos, laxantes, antisépticos y antibacterianos; ayuda a fortalecer y preservar la mucosa intestinal.

Almidones resistentes: estos se encuentran en un grupo de alimentos que hacen parte de los macronutrientes llamados carbohidratos, y, a pesar de su complejo nombre, es supremamente sencillo tenerlos siempre en casa. Se cocinan y se dejan reposar hasta enfriar antes de consumirlos (no es necesario consumirlos fríos). Todos estos almidones simplemente estarán llenos de fibra probióticas que, por supuesto, ayudan a aumentar la barrera del intestino. Ejemplos: papas blancas, rojas, moradas, plátano, arroz y yuca.

Alimentos fermentados (probióticos): la maravillosa práctica ancestral de conservación de alimentos ha llevado a la ciencia a entender y a explicar de una manera más efectiva cómo aprovechar estos procesos que también benefician la flora intestinal. Ejemplos: el kéfir (producto lácteo parecido al yogurt líquido), kombucha (hongo de té u hongo chino), chucrut (col blanca o repollo lactofermentado, de origen alemán), yogurt, miso (pasta hecha con semillas de soja o cereales y sal marina fermentada con el hongo Koji), kimchi (contiene col o repollo, sal, ajo lactobacillus).

Cúrcuma: esta raíz ha sido utilizada desde la antigüedad por algunas culturas que basan su alimentación y medicina en las plantas, es considerada el alimento con mayor poder antinflamatorio que pueda existir. Diversos estudios se han llevado a cabo para demostrar su poder, donde se evidencia también como potente analgésico, sobre todo en dolores articulares. Actualmente, se consume para tratamiento de trastornos digestivos como la enteritis, y para la desintoxicación y reparación de la barrera intestinal, también protege el daño de medicamentos en el hígado.

Jengibre: otra raíz utilizada ancestralmente por las culturas asiáticas, sus beneficios más significativos son antiinflamatorios, puede controlar las náuseas, ayuda a una correcta digestión de los alimentos, ayuda a combatir infecciones, mejora la dismenorrea (dolores menstruales) y tiene otros beneficios también en el sistema respiratorio (asma, bronquitis)

Grasas: estos macronutrientes siempre deben estar presentes en la dieta diaria, su mayor beneficio es para la salud cerebral, ya que el cerebro es rico en lípidos y se sabe que es el centro de control y rector de todo nuestro cuerpo, así que, pensando solo en esto, ya se debería entender que no deben faltar las grasas en el plato de cada día. Aunque este apartado es bastante amplio, una clasificación entre las grasas saturadas e insaturadas y sumando los aceites vegetales, son usados en toda la industria culinaria y que, por asuntos económicos, se usan los más baratos, justo los más inflamatorios, que  desequilibran la balanza que debe existir entre los omega 3 y 6. Lo más sencillo es entender que los que ayudarán más a tener una mejor salud son preferencialmente grasas como: aceite de oliva extra virgen, olivas, aceite de coco y de aguacate para la cocción, también la mantequilla ghee, una muy buena opción y que está libre de lactosa y caseína, todos los frutos secos (no el maní), semillas de girasol y de calabaza y los huevos.

Clorofila: verde que te quiero verde, la clorofila es la que permite a las plantas absorber luz solar y convertirla en energía, proceso denominado fotosíntesis. Esta súper biomolécula ya se podrá imaginar qué puede hacer en el cuerpo humano, además que es la molécula que más se parece a la hemoglobina (transporta el oxígeno). Contiene propiedades oxigenantes, favorece la eliminación de metales pesados y el rejuvenecimiento de la flora bacteriana en el intestino. Este micronutriente se encuentra en todos los alimentos con verde intenso: brócoli, coles de Bruselas, col rizada y todas las hojas verdes como acelgas, espinaca, rúcula, perejil, algas marinas. Mientras más verde, más clorofila.

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