Hambre e incertidumbre en territorios cocaleros

La crisis humanitaria que se avecina

Por Shirley Forero*

Fotos: El cuarto Mosquetero

En la región del Guayabero, conformada por el sur del Meta y parte del Guaviare, la base económica es el cultivo de la hoja de coca, la principal fuente de ingresos del campesinado ante el histórico abandono estatal. Pero hoy, la demanda del producto decae y la hambruna persiste en la población.

En la vereda Nueva Colombia, del municipio de Vista Hermosa, Meta, están cerrados la mayoría de los negocios, hasta las cantinas que generalmente estaban con clientela. El silencio y la soledad son parte del paisaje actual. Desde hace seis meses no circula dinero en efectivo y hasta la pasta de coca ha perdido valor como moneda local. Ante la situación, muchas personas se han ido de la zona en búsqueda de oportunidades laborales.

En gran parte de la región del Guayabero, con sus más de 90 veredas, su economía depende principalmente de la hoja de coca, seguido de la ganadería. No obstante, veredas como Nueva Colombia se dedican completamente a este cultivo, considerado de uso ilícito, ya que no hay vías que las conecte con una cabecera municipal y los costos fluviales para comercializar con otro producto o con bovinos son excesivamente altos, casi una tarea titánica.

Sin salud, pero con hambre y represión

Hoy, la falta de ingresos no solo afecta a las y los habitantes en general, sino a las mujeres en particular, en territorios en los que todos y todas, de alguna manera, tienen que ver con el proceso de la coca. Actualmente, todos los productos de primera necesidad como arroz, sal, azúcar, huevos, entre otros, se agotaron, pero también los productos de aseo. En este momento las y los comerciantes no tienen qué vender, ni el campesinado con qué comprar. 

La inversión social es escasa en veredas como Nueva Colombia, pero también la información de la difícil situación que viven en el sector. Consultamos a la Defensoría del Pueblo y Personería Municipal de Vista Hermosa y no conocían lo que estaba sucediendo. Al momento del cierre de esta investigación, realizada por el equipo de El Cuarto Mosquetero y Voces del Guayabero, no obtuvimos respuesta por parte de la Gobernación del Meta sobre qué proyectos de inversión social han adelantado en la zona. A nivel municipal, Jhon Jairo Ibarra, alcalde de Vista Hermosa, respondió de manera irreverente que “habían adelantado muchos proyectos”, evadiendo la pregunta.

Al abandono estatal se le suma la estigmatización. “Mucha gente piensa que porque uno está por acá raspando coca es un traqueto o un guerrillero; pero las cosas no son así, uno está acá es por la necesidad de trabajo, porque afuera la cosa es más complicada que no estar en el campo”, nos contó Miguel, un joven alto, robusto y de mirada esquiva que trabaja tanto como raspachín como administrando su chagra, es decir, su pequeño cultivo de coca. Miguel en ocasiones debe pedir prestado a amigos de “afuera”, para que le envíen los elementos que ya son escasos en la vereda, y poder suplir las necesidades básicas de su esposa e hija pequeña.

Casi seis meses sin que les compren la pasta de base de coca -desde octubre del 2022-, va dejando en el aire una sensación de angustia y desespero en las y los cultivadores. En la guerra contra las drogas, esa que ha perseguido, estigmatizado y judicializado a los campesinos, quienes ante el olvido estatal se han agarrado del cultivo de la hoja de coca como salvavidas, a pesar de los ciclos de pobreza en los que están inmersos, no se les ofrece otras alternativas para superar los índices de pobreza rural. Si les erradican, pasan hambre; si les fumigan, entran en condiciones de miseria, y si no les compran lo producido también empiezan a pasar necesidades.

El enfoque de la Política de Drogas que han aplicado los gobiernos desde hace más de 40 años en el país se ha basado en el prohibicionismo y la persecución de los cultivos. “Eso se denomina la reducción de la oferta (…) y para esa estrategia han utilizado las fuerzas de Policía, de Ejército y también la Ley penal”, afirmó Pedro Arenas, cofundador de la corporación Visomutop. Han sido cuatro décadas de una fallida o ‘pretendida guerra contra el narcotráfico’, que se ha convertido en una “guerra contra el campesinado, ha sido una guerra que ha ocasionado desplazamiento forzado, por ejemplo, con las aspersiones aéreas, con la erradicación terrestre, con el encarcelamiento y la persecución de las personas que están envueltas en esa cadena”, explicó.

Según expone Arenas, este es el momento propicio para implementar programas sociales y alternativas de desarrollo y generar otras posibilidades de ingresos de origen legal. “La queja del campesinado es la falta de circulante. Igual que cuando nadie compra sus yucas o baja el precio de sus plátanos o los intermediarios les pagan lo que quieran por sus papayas. La queja incluye que nadie les recibe en almacenes o tiendas su pasta de base de coca en trueque por panela, arroz o víveres porque los comerciantes también están encartados sin efectivo. La conclusión es que hay recesión económica en los territorios cocaleros”.

Visomutop ha recibido quejas del campesinado del Catatumbo, Guaviare, Cauca y Putumayo, exponiendo que, o no les están comprando la pasta o bajó su precio, lo cual podría explicarse en la sobreoferta representada en que países como Honduras y Venezuela también están cultivando y procesando coca; en los controles para “asfixiar a traficantes, lavadores de activos y mafias”, y que es una de las principales apuestas de Petro, afectando temporalmente las rutas de comercialización. Pero también sería el resultado del llamado que el comisionado de Paz Danilo Rueda les hizo a actores armados para desincentivar los cultivos y el negocio de la pasta.

Más allá de si son las acciones contra las cabezas del narcotráfico, el diálogo con actores armados o los precios bajos -aunque Colombia sigue siendo el mayor productor de hoja de coca-, campesinos y campesinas, quienes además son víctimas del conflicto armado, hoy están pasando hambre, han tenido que emigrar. Y en territorios como Nueva Colombia persiste la angustia, puesto que, ni la pasta de base de coca está siendo prenda de garantía para solventar sus necesidades.

*Investigación adelantada por los colectivos de comunicación El Cuarto Mosquetero y Voces del Guayabero. Puede consultarse completa en la página web de El Cuarto Mosquetero.

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Un comentario en “Hambre e incertidumbre en territorios cocaleros

  1. Es muy buena la investigación, pero no nos podemos quedar ahí. Concretamente ¿qué es lo que se debe hacer? «Implementar programas sociales y alternativas de desarrollo» es apenas un enunciado político, pero se debe hablar en términos concretos y específicos. De lo contrario, todo se queda en quejas y llanto.

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