Por José Agudelo

Ilustración: Wilson Rengifo
Internet se presenta constantemente como un espacio de innovación. Es en internet donde se divulgan los avances tecnológicos, donde las redes sociales se juegan la competencia con funciones que prometen a los usuarios mayores interacciones y donde las noticias llegan con rapidez. Pero aquello que se viste de novedad en internet muchas veces no es más que la repetición de dinámicas arraigadas en la cultura de occidente. Un ejemplo es el del movimiento Q Anon en Estados Unidos, que se presentaban en redes sociales como la solución a una conspiración liberal y judía con el propósito de sacrificar niños y desarraigar los valores tradicionales. Esta mezcla entre antisemitismo y conservadurismo reaccionario no es para nada nuevo, solo basta recordar que ocurrió en Europa hace noventa años. El retorno de movimientos o de denominaciones y prácticas reaccionarios siempre suelen tomar presencia en internet como una reacción ante discursos de carácter progresista.
Los últimos años han visto un auge en la movilización feminista. El feminismo ha buscado desde sus inicios una reivindicación del rol de la mujer. A lo largo y vasto de la historia, el género femenino ha estado sometido a las decisiones del género masculino, que ha organizado toda la cultura y la civilización a imagen y semejanza suya. El feminismo apuesta entonces por terminar con esas prácticas, denominadas patriarcales, y por construir nuevas formas de vivir el género tanto en la política como en la cultura. Hay que admitirlo, la crítica de género, planteada por el feminismo y también por activistas LGBT, está aquí para quedarse y ha tenido una incidencia significativa en las formas de plantear las relaciones sociales.
Ante la crítica al género, acompañada por la gran movilización contra la violencia sexual y de género, en internet no se ha hecho esperar la reacción. Es común ver cómo varios sesgos y prejuicios machistas se repiten en comentarios de redes sociales (victimizaciones por la ropa que se usa, por asumir posturas no sumisas, etc.), pero como tal no ha habido una concreción fuerte de una identidad o de referencias fuertes para este machismo. El machismo en internet se ha visto en la necesidad de buscar constantemente referentes simbólicos para reivindicar a la masculinidad tradicional, esa masculinidad que se impone ante los débiles y que no le tiembla la mano para someterlos.
Ninguno de esos fenómenos de símbolos virales ha calado en la cultura de internet lo suficiente como para dictar y establecer términos en el léxico de las redes sociales. Al menos no hasta ahora. Recientemente se puede ver cómo en internet se emplea ya para ciertos memes, con más frecuencia que antes, palabras como Chad o Sigma. Estas surgen de memes estadounidenses donde se busca originalmente la parodia de ciertas referencias clichés de la masculinidad de películas y series. En el caso de Chad, se busca parodiar al adolescente musculoso, capitán del equipo de futbol americano y que solo quiere ligar con las mujeres, y que el resto del tiempo hace bullying a los más débiles. El Sigma surge como una forma de hablar de un personaje absurdamente masculino que llamarlo macho alfa se queda corto, por lo que es sigma, que transliterada al abecedario latino es la letra s, la letra inicial de supremo.
La cultura de los memes en la última década ha probado de manera interesante que se puede invertir la célebre cita de “la historia se repite dos veces: primero como tragedia y después como farsa”. En un primer momento, la conspiración de Q Anon parte de memes que se burlan de los conspiranoicos, para luego ser apropiados por los conspiranoicos como medio de transmisión gráfica de sus ideas. Así mismo pasa con el Chad y con el Sigma. En la cultura actual de internet el Chad sigue siendo un meme para hablar del hombre musculoso, confiado de sí mismo por su fortaleza. Pero el caso del Sigma es mucho más impactante, y esto se debe a cómo se fue construyendo el meme.
A diferencia de otros, como el Chad, que parten de dibujos que sirven como plantillas para que el meme se adapte a variedad de ideas y mensajes, el Sigma empieza con referencias al cine. Personajes como Travis de Taxi Driver (1976), Tyler Durdeen de El club de la lucha (1999) o Patrick Bateman de American psycho (2000), junto con el guasón de Joaquim Phoenix de Joker (2019), son usados como referencias al hombre que guarda rencor, que es débil y frágil, pero que haciendo uso de la violencia logra imponerse, superando sus debilidades y determinando su propia identidad ante los demás.
Así, se empieza a crear la cultura del macho Sigma, puesto que el contenido donde se exhibe a los hombres vengándose emocionalmente de sus parejas o en anécdotas de superación financiera por hombres de voluntad fuerte, empieza a pulular a la par con los memes y referencias del Sigma. De este modo, varios usuarios de internet, que son hombres y que tienen historias no superadas de rupturas amorosas o situaciones de inestabilidad económica y laboral, ven ya en el Sigma no un meme, sino un referente en el que se refleja su debilidad y que le da las herramientas para identificarse de manera fuerte y viril ante los demás, por medio de la humillación y la burla.
El acabose de la reivindicación masculina del Sigma es la apropiación de figuras y personajes que son distintos a los mencionados anteriormente. El fenómeno del Sigma ha aprendido a convivir con la apología de la violencia sádica, de la mafia y del militarismo. Los personajes de la mafia, ficticios o reales, contienen historias de superación personal y económica por medio de la fuerza. Así mismo, la propaganda de guerra americana muestra el camino de un héroe, cuyos momentos de debilidad son el combustible de una fuerza devastadora. La masculinidad tóxica no es fortuita, pues la renovación de sus referentes busca perpetuar simbólicamente las practicas que facilitan la dominación brutal de un sistema que ya ha olvidado a quienes lo defienden.