Por Jhonny Zeta

En la foto: Violeta Parra, tomada de Revista Zig zag.
Aunque las letras de las canciones comerciales actuales inviten cada vez menos a transformar el mundo, a la conciencia y el accionar político, vale preguntar a las nuevas generaciones si tuvieron una abuela a la que le escucharon tararear Gracias a la vida que me ha dado tanto, de pronto algún tío que llenara de aire los pulmones para corear El pueblo unido, jamás será vencido, una hermana mayor que cantara completa Café y petróleo, un padre o una madre entonando Una flor para mascar, La mula revolucionaria, Este viento amor o Hasta siempre comandante. Y es que hubo un tiempo en que las movidas sociales ponían de moda a los y las artistas que invitaban a transformar todo lo que no estaba bien en el jodido mundo, a alzar las banderas de la justicia y los derechos del pueblo.
La generación del cambio
En América Latina la canción popular, canción protesta, nueva canción, nueva trova, canción revolucionaria, canción comprometida o canción necesaria, son algunas de las maneras con que se nombró, según el país, a la música de contenido social que denunciaba, hacía propaganda o servía para agitar a las masas respecto de las realidades y transformaciones gestadas a partir de la segunda década del siglo XX. Mayo del 68, la Guerra de Vietnam y la Guerra Fría influyeron en la fuerza que cobró este fenómeno musical, sin embargo, la suerte de su nacimiento y consolidación tiene que ver propiamente con las dinámicas internas de una América Latina que hacía florecer para sí misma y para el mundo las identidades opacadas, negadas y desconocidas por la cultura imperante y que ahora daban sus frutos con la intensidad iridiscente de la literatura, las artes plásticas y la música.
La Maza, de Silvio, era una canción emblemática, La hierba de los caminos, una canción de agitación que juntaba mucho a la gente. Pienso que la canción más profundamente revolucionaria ha sido Maldigo del alto cielo de Violeta Parra y Gracias a la vida, un texto perfecto en su composición. Daniel.
Cuba (1959), Chile (1970) y Nicaragua (1979), tres revoluciones en menos de veinte años hicieron frente a las vejaciones de las dictaduras militares y al imperialismo, con ellas se gestó una reconfiguración de la cultura y la identidad propias. Algunos antecedentes particulares de la movida musical de los años setentas y ochentas van a ser las letras de Violeta Parra, la muerte del Che Guevara en 1967, a quien se le han compuesto muchas canciones; el Primer Encuentro de la Canción Protesta, que tuvo lugar en Cuba en 1967, y El Festival por la Solidaridad Latinoamericana, realizado en Argentina en 1982.
Mucha gente cantaba La hierba de los caminos, del grupo Quilapayún, todo el mundo se la sabía. En los paseos poníamos a Pablus Gallinazus. Héctor.
Los artistas y las letras
Cantores como Violeta Parra y Atahualpa Yupanqui lograron abrir el escenario hacia la recuperación del folclor de sus pueblos, lo que sumado a la apertura de espacios de difusión como las “peñas culturales” permitió un relevo generacional de parte de artistas tan importantes como Víctor Jara en el caso de Chile. También se fue popularizando la musicalización de poetas nuestroamericanos: versos de Nicolás Guillem, José Martí, Pablo Neruda, Mario Benedetti, entre otros, fueron convertidos en sones y melodías. Desde España, y de manera simultánea, Joan Manuel Serrat y Paco Ibáñez hacían lo propio con los poetas de la Guerra Civil.
Se puede considerar que, con la revolución de 1959, el naciente movimiento cultural de la Nueva Trova Cubana al que pertenecían entre otros Silvio Rodríguez, Lázaro García, Noel Nicola, Vicente Feliú y Pablo Milanés, logra encontrar eco en el resto de América Latina y va a inspirar a grupos y cantautores que se identificaron rápidamente con las letras y el estilo de las canciones de la Nueva Trova. Algunos ejemplos de la influencia de los artistas y sus canciones en la política de los países latinoamericanos se encuentran en Chile con Inti-Illimani, Quilapayún, Violeta Parra y Víctor Jara como enclaves para la elección presidencial de Salvador Allende en 1970; Soledad Bravo, Los Guaraguao y Alí Primera en Venezuela, este último perseguido y censurado por las élites y el gobierno por tener inclinación hacia los programas políticos de izquierda.
Porque no unirnos / y luchamos como hermanos / por la patria que está herida / nuestra patria la que amamos. Alí Primera (Dispersos).
Traidores / que andan de rodillas por dinero / vende patria, viles traicioneros / lacayos rastreros del gran invasor. Los Guaraguao (Traidores).
En Nicaragua los hermanos Mejía Godoy y el Dúo Guardabarranco estuvieron vinculados al Frente Sandinista; los Godoy musicalizaron muchas canciones por la causa del movimiento del FSLN.
Como un chilotito tierno fulgurante bajo el sol / nace el Frente Sandinista, mazorca y espiga de liberación / cada grano fue una bala para conquistar la paz / y levantamos la milpa para la tapisca de la libertad. Carlos y Luís Enrique Mejía Godoy (El Nacimiento).
Entre la cuota colombiana de artistas y composiciones de contenido social musicalizadas con ritmos folclóricos están: Máximo Jiménez (Indio Sinuano, Me dijo un terrateniente), Jorge Velosa (La lora proletaria), Arnulfo Briceño (La toma de Páez), Silva y Villalba (A quién engañas abuelo, El barcino), además de un largo etcétera por documentar.
Recuerdo un día en que me dijo mi padre / no protestes tanto que hay mucha maldad / porque a los ricos no puede gustarles / y pueden pagar pa’ mandarte a matar. Máximo Jiménez (Me dijo mi padre).
Una vez vide una lora / y esa lora me decía: / ¿tuavía los siguen jodiendo? / yo le dije que tuavía. / Antón la lora me dijo: / ¿Pa qué se dejan joder? / si se juntan pa peliala / naiden los va a detener. Jorge Velosa (La lora proletaria).
Mandó mi capi Salcedo / a unos de sus guerrilleros / que se pusieran las ropas / de los chulos que cayeron / en combate en Miraflores / donde los nuestros vencieron / con fiereza y con ardor / en la lucha cuerpo a cuerpo / que el brazo de la razón / no lo vencen compañeros. Arnulfo Briceño (La toma de Páez).
La canción social como discurso buscaba dos objetivos importantes: generar cambios de fondo en las estructuras sociales, políticas y económicas, por un lado, y por el otro, la unidad de los pueblos latinoamericanos frente a las élites y contra los intereses de multinacionales norteamericanas, temas urgentes en el aire que se respiraba durante la segunda mitad del siglo XX.
Sintonizaba un canal foráneo que se veía a rayas, se escuchaba muy lluvioso a Silvio Rodríguez contando las historias de Sueño con serpientes y La era está pariendo un corazón, hablando de la unidad latinoamericana y el internacionalismo. En ese momento descubrí que se debía escuchar más atentamente esas canciones porque detrás hay historias. La Era es un tema que invita a la solidaridad. Alexandra.
Cómo circulaba la música a nivel local
Durante tres décadas la música de contenido social en Colombia circuló en gran medida a través de casetes grabados en equipos sencillos; lo popular era el casete más que el disco. Se consideraba que la revolución estaba a la vuelta de la esquina. En el 73 se quema el edificio de la Universidad de Antioquia y asesinan a Luis Fernando Barrientos. En el programa Cantares de la U. de A. ponían a Pablo Milanés y a Silvio Rodríguez. La canción protesta hecha en Colombia señala a artistas como Eliana, los hermanos Ana y Jaime Valencia y Pablus Gallinazus entre otros. Algunas canciones como Qué más quieren los señores, Café y petróleo y Una Flor para mascar comenzaron a sonar en la radio; aunque fueron censuradas por los poderes políticos y económicos, se instalaron en la memoria cultural hasta nuestros días.
¿Qué más quieren los señores? / dirigentes con ‘dotores’ / los promeseros de siempre en vísperas de elecciones, primero llenamos plazas, luego votos por montones. / Ya llegaron al poder, llenaron corporaciones y hasta se alzaron las dietas queridos benefactores / mientras el pueblo tiene hambre, / ¿qué más quieren los señores? Letra de Arnulfo Briceño, canción popularizada por Eliana (Qué más quieren los señores).
La Internacional es reconocida como el himno del movimiento obrero mundial y de los partidos socialista y comunista; su letra se le atribuye a Eugène Pottier y la primera musicalización a Pierre Degeytar en 1888. Una de sus versiones más difundidas en Latinoamérica fue grabada por el grupo chileno Quilapayún.
Arriba los pobres del mundo / de pie los esclavos sin pan / y gritemos todos unidos: / ¡Viva la Internacional!
La internacional era el himno que sonaba todos los Primeros de Mayo. Muchas canciones sociales eran interpretadas por grupos locales como Kiramani en las peñas culturales que se hacían en el Jardín Botánico con el movimiento estudiantil. En la librería Nueva Cultura de Gonzalo Álvarez se conseguían los discos. Los casetes iban y venían, se les quitaban los cartones para que no se identificara fácilmente el tipo de música. De todos modos, se perdió mucho la militancia en las letras de las canciones y la militancia de quienes las cantaban de cuenta de la represión sistemática y las masacres. Como ganancia queda que las canciones nutrieron el movimiento social, y todo lo cultural que queda en el interior de cada persona. Todavía conservo varios discos originales. Fernando.
Quizás lo más cosmopolita que puede tener la ciudad de Medellín es la música. El siglo XX insertó y posicionó en la cultura citadina géneros foráneos como la música tropical, la cumbia, el tango, la parrandera y el rock; durante las últimas décadas llegaron para quedarse el punk y el hip hop. La música de contenido social sonaba a ritmo de zampoñas y quenas, de bombo, guitarra y charango, con grupos que alcanzaron cierto renombre como Suramérica e Illary, pero también desde semilleros barriales y propuestas de cantautores que alimentaban el espíritu del movimiento social y sindical, entre ellos el Grupo Musical Pasajeros, el Colectivo de Cantautores de Colombia y una lista amplia de músicos, hombres y mujeres que siguen alimentando el llamado a la conciencia en temas como la pobreza, la violencia, el desplazamiento, las mujeres, los niños y niñas, los campesinos, el pueblo, entre otras.
La difusión de letras y canciones de contenido social se alternó muy bien con las canciones de amor, compuestas e interpretadas por los mismos cantautores y grupos. El breve espacio en que no estás, ojos azules o cariñito, acompañaban también las tertulias y conciertos; de punta a punta del Valle de Aburrá había bares y tabernas donde la canción social se llevaba la máxima corona.
Recuerdo a Yolanda y La maza como canciones emblemáticas de mi generación; las escuchábamos alrededor del fogón de los canelazos y las peñas culturales, también a Mercedes Sosa con las canciones por la unidad del pueblo latinoamericano. Sonia.
Abono: Si se calla el cantor / calla la vida / porque la vida, la vida misma es todo un canto / Si se calla el cantor/ muere de espanto/ la esperanza, la luz y la alegría.
La estrofa es de una canción de 1972, compuesta por el cantautor argentino Horacio Guaraní. Viene a cuento para recordar que hubo un tiempo de caminar las canciones que todavía nos caminan, las que se parieron en nombre de la esperanza y la utopía, la libertad, la justicia y el derecho a vivir en paz. Coincide con las generaciones que creyeron en el cambio y en la apuesta social por un mundo mejor. Son también una llama perpetua que nos sigue alimentando en nuevas voces y caminos.