El cerebro y el corazón: neurociencia e ingeniería

Por: Félix Orlando Giraldo Giraldo

“Con la educación hacemos una imagen del universo

y de sus propiedades. Eso se llama pensar”.

Dr. Rodolfo Llinás

“Hacer ciencia es una cosa que la puede hacer

cualquier persona”.

Dr. Jorge Reynolds

Formar seres humanos con gran contenido social y crítico, tiene que ser uno de los altos objetivos de un gobierno progresista. Y mucho más, si es un científico. En este artículo se presenta la trayectoria de dos profesionales: uno, un neurocientífico y, otro, un ingeniero electrónico, que aún viven y hacen grandes aportes a la Humanidad, con su permanente estudio, trabajo y creatividad. Me refiero a dos colombianos: el Dr. Rodolfo Llinás y el Dr. Jorge Reynolds. Ambos se educaron inicialmente en Bogotá y luego se especializaron en el exterior, y con casi 90 años, persisten en su estudio del cuerpo humano con enfoques no solo humanísticos sino matemáticos.

Dr. Rodolfo Llinás Riascos, (Bogotá, 1934).

Foto: Dr. Rodolfo Llínas

Médico colombiano graduado en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá y doctorado en Neurofisiología de la Universidad Nacional de Australia. Es profesor de Neurociencias en la Escuela de Medicina de la Universidad de New York.

El cerebro humano es la estructura más fascinante, compleja y evolutivamente superior entre todos los mamíferos, al tener la corteza cerebral, centro de la conciencia y el pensamiento. La Neurociencia es la parte de la ciencia que estudia la anatomía y la fisiología del cerebro y sus funciones.

El interés de Llinás por el cerebro se remonta a la década de los cuarentas, cuando disecaba cerebros de gatos para tratar de comprender a un órgano tan misterioso como frágil. Con sus investigaciones ha roto muchos falsos paradigmas como aquel que afirmaba que el ser humano solo utiliza el 10% de la capacidad cerebral, cuando afirma: “uno utiliza todo el cerebro”.

Se define como un científico práctico, que experimenta y deduce lo que ve a través del microscopio:

“Yo soy un experimentalista, yo no soy un científico teórico, entonces necesito hacer las cosas con mis manos, entender directamente lo que estoy haciendo”

Hizo parte de la Comisión de Sabios en 1994, durante el gobierno de César Gaviria, formulando políticas en educación, ciencia y tecnología. En dicha Comisión solo hubo una mujer, la Dra. Ángela Restrepo, Microbióloga (fallecida en 2022). En tal grupo hubo representantes de la literatura como García Márquez, además de expertos en arte, filosofía, física, pedagogía, inmunología (como el Dr. Manuel Elkin Patarroyo).

El Dr. Llinás ha sido un gran crítico de la educación en Colombia. A su hijo le dijo:

“Si quieres una carrera en las ciencias, debes tener una meta que nunca alcanzarás; así, nunca te aburrirás ni te quedarás sin ideas”.

Y esto es lo que afirma sobre el cerebro: “La posibilidad funcional del cerebro es casi infinita”. Extraordinaria inquietud. Muchos razonamientos lo han llevado a ser un estudioso de la enfermedad de Alzheimer, que produce demencia, siendo su meta entender cómo el cerebro genera sentimientos, ideas y recuerdos. Además, creó la Magnetoencefalografía, técnica que permite ver la actividad cerebral en tiempo real y en tres dimensiones.

Dirigió el programa del grupo de trabajo NEUROLAB de la NASA en 1991, haciendo experimentos con ratas para estudiar el cerebro cuando es sometido a largos períodos de ingravidez.

Algunos reconocimientos:

Miembro de la Academia de Ciencias de Francia y Estados Unidos.

Medalla de Oro Albert Einstein en Ciencia de la UNESCO.

Su libro más famoso se llama “El cerebro y el mito del yo”, con prólogo de García Márquez. Es un clásico de la ciencia y para todos aquellos que se preguntan por las relaciones entre la conciencia y la actividad cerebral.

Dr. Jorge Reynolds, (Bogotá, 1936).

Foto: Dr. Jorge Reynolds

Ingeniero Electrónico graduado en Cambridge, Inglaterra. Desde 1957, año de su regreso a Colombia, se interesó por el funcionamiento del corazón, entendiéndolo como un sistema eléctrico. El corazón es una poderosa y eficiente bomba muscular con un circuito eléctrico que genera el ritmo cardiaco en una estructura llamada nodo sinoauricular, localizado en la unión de la vena cava superior con la aurícula derecha. La enfermedad cardiovascular es la primera causa de mortalidad en el mundo, produciendo 17.3 millones de muertes al año.

Su interés por el corazón se inició en la Clínica Shaio de Bogotá en 1958, cuando se implantó el primer marcapaso externo con batería de automóvil, con tubos al vacío y electrodos epicárdicosa un sacerdote ecuatoriano que padecía de una severa arritmia cardíaca. Tenía un bloque auriculoventricular completo, que hizo paro cardíaco en el avión que lo trasladaba a Bogotá y en su transporte a la clínica.  El marcapasos funcionaba con una batería de automóvil, con un peso de 50 Kg y de 12 voltios y un monaguillo arrastraba la carretilla. Los electrodos salían por el torso del paciente. Este sobrevivió 18 años y murió a la edad de 103 años.

Después de 1958, los marcapasos disminuyeron de tamaño y utilizaron la tecnología del transistor hasta llegar a construir un nanomarcapaso en 2007 que tenía el tamaño de un cuarto de grano de arroz, con un peso de 0.8 gramos, una longitud de 0.7 mm y la energía se obtiene por la contracción cardíaca (no necesita batería) y se conecta al celular del médico que puede darse cuenta cómo está el paciente, pudiéndolo reprogramar desde este aparato. Este marcapaso ha beneficiado a más de 80 millones de pacientes en todo el mundo.

El Dr. Reynolds afirma que el marcapasos desaparecerá. Está trabajando con ingeniería de tejidos para regenerar el sistema de conducción eléctrico con células madres, llamados marcapasos biológicos, que podrían ser una alternativa a los dispositivos electrónicos, con alta tecnología: introducir células de marcapasos en células madres (progenitoras) -se puede generar cualquier tipo de células existentes en el organismo-, o introducir células madres pluripotenciales -capacidad de ser cualquier célula- en las células del nodo sinoauricular.

Colombia solo invierte un 0.29% de su PIB en ciencia, tecnología e innovación. Es muy pobre y diciente este dato, cuando otros países lo hacen en porcentajes mayores: Israel, 4.95%; Corea del Sur, 4.81%; Suiza, 3.37%; Suecia, 3.34%; Cuba, 2%. (https://datos.bancomundial.org). Por ello, muchos profesionales migran a estos países, los llamados “cerebros fugados”.

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