Israel, el odio antipalestino y el silencio del mundo

Por Álvaro Lopera

El sufrimiento infligido a los palestinos por el imperio otomano y luego por Gran Bretaña, palidece comparado con los múltiples atropellos sufridos a causa del vecino creado de la nada por la ONU: Israel. Esa nueva nación saldría a la palestra odiando de antemano todo lo que los árabes representan, y ya desde antes de ese fatídico día de su fundación, mayo 14 de 1948, las hordas sionistas habían desplegado ampliamente sus garras racistas y antipalestinas.

Israel nació al ritmo de robo de tierras, atentados y masacres en el territorio histórico palestino; las organizaciones terroristas Irgún, Haganah, Lehi, etc. –en donde participaron activamente muchos de los futuros “estadistas” y comandantes militares israelíes (Ben Gurion, Moshe Dayán, Menájem Beguin, Isaac Samir, Ariel Sharon, etc.) – fueron conocidas en Occidente por los miles de muertos que ocasionaron, abriendo el camino al Estado que más tarde sería un gran dolor de cabeza en el Oriente Medio.

Medio Oriente, un teatro de destierros y saqueos

La hora cero de la Al-Nakba (catástrofe) palestina, después de haber llegado miles de inmigrantes de religión judía provenientes de todo el mundo, se dio cuando la ONU, con el conveniente silencio de la URSS, pintó en el viejo mapa palestino solo a Israel, borrando de un plumazo la mayoría árabe: al primero, con una minoría de habitantes, le entregó el 53.6% de la tierra, y al pueblo palestino solo el 43,7%. En 1947 había 630.000 judíos y 1.300.000 árabes palestinos. En 1948 había 475 poblados palestinos, 385 fueron arrasados por completo, reducidos a cenizas.

Las matanzas más relevantes, que recuerdan a las realizadas por el paramilitarismo en Colombia, sucedieron en las aldeas de Deir Yassin (1948), Dueima (1948), Gaza (1950), Kibya (1953) y Kafr Qasim (1956). Y se siguieron repitiendo hasta 2022, con la conveniente excusa de “responder a los ataques terroristas palestinos” –léase resistencia palestina– apañada por los medios de comunicación occidentales, con la diferencia que ahora lo hacen no con machetes y ametralladoras de la segunda guerra mundial, sino con previas campañas publicitarias que le ponen nombres rimbombantes y hasta poéticos a las matanzas, con bombas de última generación, y con fusiles modernos con miras telescópicas y armas que se utilizan estratégicamente con fines comerciales, pues Palestina sirve, además, de vitrina para su venta a los ejércitos del mundo. Las matanzas palestinas ahora son todo un negocio, casi un lobby.

La Memoria

En el libro de Ralph Shoenman, La historia oculta del sionismo, se puede leer este pequeño testimonio de testigos presenciales de la matanza de Deir Yassin: “Las tropas irregulares de IZL (IRGUN) y LEHI (Banda de Stern) dejaron sus escondrijos y empezaron a realizar operaciones de limpieza por las casas. Disparaban contra cualquiera que hallasen en el interior, incluidas mujeres y niños… en realidad los mandos no hacían nada por controlar las horribles matanzas. Yo mismo y otra serie de habitantes suplicamos a los comandantes que diesen orden a sus hombres de dejar de disparar, pero nuestros esfuerzos fueron vanos…”

Nunca se escuchó una condena abierta de la ONU respecto de esa “limpieza social” que hicieron para apoderarse de las tierras palestinas y desterrar a todo un pueblo, con la acuciosa planeación de dejar una mínima cantidad de palestinos en Israel. Por ello repetirían hasta la saciedad las acciones terroristas desde el Estado, cuando sirvieron de guardianes en los alrededores del campo de refugiados de Sabra y Chatila, en el Líbano, el 14 de septiembre de 1982, mientras la falange libanesa asesinaba sin compasión a tres mil hombres, mujeres y niños. Ariel Sharon fue el sionista que les cubrió la espalda. Esta masacre mereció la calificación de acto de genocidio por parte de la Asamblea General de Naciones Unidas a través de su resolución 37/123, sin que ningún sionista hubiera sido encarcelado o condenado por ello.

La propaganda

Israel ha recurrido a lo que Norman Finkelstein llama La industria del holocausto para maquillar las atrocidades en un mundo donde pulula la información de las redes, pero también la desinformación de los grandes medios. Y ha triunfado, pues no se conoce ninguna acción concreta y sostenida en el Movimiento de Países No Alineados, en el movimiento obrero mundial, o en la izquierda de ningún continente, salvo algunos acompañamientos a la campaña palestina de Boicot, Desinversión y Sanciones que llama a imponer amplios boicots e implementar iniciativas de desinversión contra Israel, similares a las aplicadas contra Sudáfrica en la era del apartheid.

Esa propaganda del “sufrimiento del pueblo judío con el régimen hitleriano en Europa, y los 6 millones de muertos en los campos de concentración” que no llama a la adopción de una actitud antifascista –pues Israel es un Estado fascista y de apartheid– sino a la compasión y a no olvidar el pretendido desarraigo milenario que la biblia judía enarbola en sus páginas, ha servido para tildar de antisemita todo pronunciamiento o crítica política contra el régimen de terror implementado contra Palestina.

Pequeña cronología para no olvidar

Por los cuerpos palestinos antes de 2004 ya había pasado el plomo y la tortura sionistas: el ataque a los campos de refugiados era y es un deporte y en la Intifada de 1987, que fue un alzamiento de niños y jóvenes palestinos, el destrozo de las manos con piedras ordenado por Isaac Rabin fue el hecho más espeluznante nunca antes realizado por ejército alguno.

2004

29 septiembre. La operación «Días de penitencia» en Gaza, la inicia Israel en “represalia por la muerte de dos niños israelíes”. Acaba con 107 palestinos muertos y 430 heridos.

24 octubre. Israel ataca el campo de refugiados de Jan Yunes, en Gaza, para “acabar con el lanzamiento de proyectiles de mortero por parte de las milicias palestinas”. La incursión termina con 17 muertos.

2006

9 junio. Israel lanza una ofensiva militar en la costa de Gaza que causa 15 palestinos muertos, en su mayoría niños.

28 junio. La operación «Lluvias de verano» la lanza Israel en Gaza para “liberar al soldado Guilad Shalit, secuestrado por milicianos palestinos el 25 de junio”. En ella mueren 165 civiles palestinos.

26 julio. La operación «Columnas de Sansón» la inicia Israel para “desmantelar depósitos de cohetes lanzados desde Gaza” y concluye con 22 palestinos muertos.

17 octubre. Israel emprende la operación de mayor envergadura en Gaza desde que en agosto de 2005 evacuó ese territorio para “acabar con los túneles empleados por las milicias palestinas para introducir armas desde Egipto”. Acaba con nueve palestinos muertos.

1 noviembre. La operación «Nubes de Otoño» la empieza Israel para “impedir el lanzamiento de cohetes desde Gaza”. En cinco días murieron 50 palestinos.

Sobrevendrían las operaciones militares Plomo Fundido (2008-2009), Pilar Defensivo (2012) y Margen Protector (2014) -que devastaron la Franja de Gaza y asesinaron a un total de 3700 palestinos y palestinas.

En agosto de 2022, Israel lanzó la operación “Amanecer” en donde de nuevo se bombardea Gaza (¿necesitarían ensayar nuevas bombas?) con un saldo de 44 asesinatos, 360 heridos y más de 940 casas destruidas.

¿Hasta cuándo el silencio y la complicidad?

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