Por Leandro Quiroz

El 9 de abril de 2015 se llevó a cabo la Marcha por la Paz de Colombia, y junto con esta, se presentó la obra de teatro Antígonas, tribunal de mujeres en la sala Seki Sano de la Corporación Colombiana de Teatro. Esa noche fue la primera vez que establecí un contacto directo con las artistas y el director de la obra. Fue entonces como inicié mi trabajo de campo para la investigación de mi maestría en Antropología Social de la Universidad de Buenos Aires. Fue muy significativo para mí iniciar el trabajo de campo el día de la Marcha por la Paz de Colombia, junto con esta obra que fue participante en la Cumbre Mundial de Arte y Cultura para la Paz de Colombia, ambos eventos organizados por el Instituto Distrital de Artes (IDARTES), celebrados en la ciudad de Bogotá D.C.
La Corporación Colombiana de Teatro, fundada el 8 de marzo de 1969 en la ciudad de Bogotá por la actual directora del Teatro La Candelaria, Patricia Ariza, hizo posible que Antígonas, tribunal de mujeres, una “creación colectiva” dirigida por el docente universitario, poeta y director teatral Carlos Satizábal, se estrenara en 2014 por el grupo Tramaluna Teatro, el cual hace parte de dicha entidad. Tanto para la corporación como para ambos grupos teatrales, la “creación colectiva” es una práctica teatral en donde se busca reflexionar desde diferentes métodos acerca del lugar que le cabe al arte y al teatro para abordar y denunciar las diferentes formas que adoptó la violencia de Estado en Colombia.
Dicha obra teatral fue tomada como insumo principal para el fortalecimiento y la construcción de la memoria individual, colectiva y social del país, a partir de las voces de cada una de las mujeres que encuentran en el teatro un espacio para visibilizar sus casos y ser escuchadas por el personaje de un juez colectivo que es representado por el público. Esta puesta en escena fue construida a partir de los relatos de mujeres víctimas de la violencia de Estado, resultado escénico que se realizó a partir de una analogía con el mito griego de Antígona de Sófocles, y sirviócomo punto de partida para estudiar la relación de la mujer con el conflicto armado colombiano, la imposibilidad de la sepultura, la rebelión, el cuidado y la ética femenina.
La “creación colectiva” se toma como un ejercicio de generosidad y respeto donde todos participan de manera igualitaria. Gracias a este proceso se creó una dramaturgia nacional, que expone los problemas y la realidad social de los colombianos. De esta manera, se suprime la cuarta pared que plantea el teatro naturalista, se interpela al espectador para que reflexione, se inquiete, se increpe y se llene de sensaciones vivas a partir de temas políticos y nuevas formas de plantear el teatro.
La investigación realizada a partir de esta obra se dio a conocer como un insumo que resulta del abordaje de las narrativas culturales, tomadas desde la articulación de la «creación colectiva» y algunos casos reales del conflicto armado, como son: los falsos positivos, el genocidio contra el partido político de la Unión Patriótica (UP), el acoso a algunas y algunos defensores de derechos humanos y las fachadas judiciales a estudiantes víctimas en El Caribe colombiano. Estos sucesos, enmarcados en el período señalado como el reacomodo del conflicto armado, comprendido entre 2005 y 2012, se convierten en un espacio de activismo para la denuncia de las masivas violaciones a los derechos humanos, ocurridas durante el conflicto armado a partir de la implicación de elementos dramáticos, performativos y artísticos.
Por eso, la figura femenina, que ha sido una gran víctima del conflicto armado en el país, hace notoria su presencia y busca confrontar a la reciente oleada de violencia estatal en un proceso de exigibilidad para la reparación de las víctimas colombianas. De esta manera, la movilización de estas mujeres a partir de la denuncia las convierte en “luchadoras de paz”; así, gracias a su militancia y búsqueda imparable por sus seres queridos, estas pasan de ser simples mujeres a convertirse en “constructoras de paz” por su participación real, política y artística en el contexto nacional, tal cual lo dice la directora teatral, Patricia Ariza.
Antígonas, tribunal de mujeres, por lo tanto, es tomada como una obra que busca impugnar la versión oficial que dan los medios de comunicación al país acerca de una realidad falseada y anecdótica. De esta forma, el arte teatral pretende salirse de esa representación televisiva para acercar a la sociedad con la realidad y la verdad a través del teatro. Igualmente, la comunidad se informa a través de otros lenguajes que les permite construir una reflexión propia. Por lo tanto, esta obra ha sido un “llamado de esperanza” para la comunidad, ya que busca avanzar desde otras formas y diversos lenguajes artísticos para la construcción de una sociedad ética y moral.
Por ende, este proceso investigativo destacado por su exhaustivo proceso de indagación, muestra la posibilidad de articular los estudios sobre la memoria social, la antropología social y los estudios teatrales. Durante el ingreso al campo, el único temor que tenía era mirar la manera de volverme parte del grupo; pero este se desvaneció desde que estas Antígonas colombianas me fueron acogiendo en sus espacios, participaciones artísticas, pedagógicas y de liderazgo social. En todo el tiempo que estuve acompañando al grupo Tramaluna Teatro, disfruté del escenario para la presentación de la obra y del pan con gaseosa que comíamos para espantar el hambre mientras terminábamos de dejar listo el escenario, aforado y con luces dirigidas.
Ahora esta investigación, después de haber obtenido el estímulo Reconocimientos a las narrativas culturales de los grupos de interés, para la unidad y reconciliación, adjudicado por el Programa Nacional de Estímulos del Ministerio de Cultura – 2019, busca que dicha información circule en otros lugares en los que la obra teatral no ha podido llegar para lograr un impacto masivo en la sociedad.