El pillo buena gente

Ilustración: Tomada de http://www.prdream.com

Por Julio Rubio

I

La voz es inconfundible y su barba espesa y blanca no deja duda. El niño de Trastalleres, cual gigante milenario, sigue cantando como en aquellos años del Combo del Ayer, del Gran combo de Puerto o la Dimensión Latina. Su voz clara y fuerte aparece en medio de un solo de flauta que, como Hamelin, seduce a todos. Su voz en tono de jibarito lanza preguntas y no ahorra su arrogancia de callejero:

“Si usted pregunta quién yo soy,

yo mismo a veces no lo sé.

Mi madre pegó un chillido: salí al revés.

Yo nací de espaldas, no me importa la autoridad.

Cada quien con su cada cual,

todo aquel que tenga…

todo aquel que tenga su propio asunto.”

Así, Andy Montañez presenta y se goza al pillo que ha cautivado las barriadas, salsotecas y calles del barrio popular. El pillo que dentro de una zaga de héroes apócrifos como el Padre Antonio, Papa Montero, Juan Pachanga, Antón Bravura o Juanito Alimaña, se regodea de una mala suerte que al final es su fuerza. “Yo nací de espaldas, no me importa la autoridad”, cada quien que resuelva su asunto, que mientras eso ocurra:

“Mi onda es compartir,

suplirle a usted lo que usted quiera:

frutos prohibidos, mercancía barata,

venga de donde venga.

No me ponga tanto cuento,

que a todo el mundo le gusta el dulce;

quien no lo quiera que lo rehusé”

Este pillo, que a deferencia de los otros que encuentran en la muerte o la cárcel su redención, es un proveedor de lo que usted necesite. Diga no más, que se le tiene. Desde lo prohibido de la naturaleza para el super-consumo fiestero, hasta los utensilios de importación dudosa que llegan en containers made in China. No le dé mente, desde una aguja a un título minero, “venga de donde venga”. Un realista del putas, sin cuento, porque a todos les gusta el dulce, la trampa, la vuelta y el precio que toca pagar. Su onda es compartir. Pero también es un pillo con criterio: “a quien no lo quiera que lo rehúse”. Aquí, Andy levanta sus manos y lanza su sentencia:

“Yo creo en la libre empresa,

pero no en contribuciones sobre ingreso

para que el gobierno reparta el pastel.

Que todo el mundo tenga su parte,

que no haya nadie al mando,

que viva el contrabando,

todo aquel que tenga…

Todo aquel que tenga su propio asunto”

Un empresario, ese es el pillo. Pero defiende que cada quien tenga lo suyo, sin contribuciones al reparto del pastel gubernamental. Sin nadie al mando, en la democracia del contrabando. Cada quien con su cada cual. El pillo es un empresario, o, como dicen ahora, un emprendedor, pero del barrio con sus argucias. Un pillo buena gente.

del Combo d “Y si quiere que le explique,

pues voy a meterle el diente:

yo no robo por robar,

miren, yo soy un pillo buena gente”

II

Ser hijo de la isla de Puerto Rico y de un padre Coronel de la Guardia Nacional Aérea de Puerto Rico, soldado de los Estados Unidos de América, no le ha sido fácil al canta-autor Roy Brown. No porque fuese una tragedia para su vida, sino porque siempre de manera gozosa le ha servido para su producción artística y su militancia política. Roy Brown es fiel representante del independentismo boricua, que desde sus inicios en la música ha sido tema recurrente en sus líricas. Un jibarito moderno, que, reconociendo la música campesina puertorriqueña, la llenó de letras reivindicativas y poéticas en los años setenta con su guitarra.

“Estaba y que lloviendo

y yo para’o oyendo

sobre imperialismo,

gritan comunismo,

todo es vandalismo,

piedras y vitrinas,

señoras en chancletas

y muchas motocicletas.

Hay situaciones que arrebatan

y hay otras, ay, que matan

¿Cómo cree usted, compay,

que no se sintió mi mai

cuando un mister con macana

me dio y medio de mala gana?”

Sus canciones siguen la senda que ha trazado su proyecto vital, no solo como el importante canta-autor libertario, con más de 25 discos y colaboraciones emblemáticas (como la de Silvio Rodríguez en 1987), sino en un proyecto político ligado a su tierra, a la auto-determinación y a la libertad. Ejemplo de ello, y del orgullo de los boricuas por su isla y su independencia, fue la larga lucha en contra de la base militar norteamericana en Vieques y la isla Nena, que el mismo Roy Brown retrató en su clásica Canción para Vieques.

“Cuenta una Isla su historia

envuelta de olas de fuego

todo el camino que da a su historia

va cubierto con un velo de miedo.

Sesenta años despiertos

por «Bombas de Paz» en la noche

acurrucando a los niños con salmos

al ritmo de detonaciones.

Y por eso mujeres y hombres

se vuelven escudos de vida

y pueblan las playas prohibidas y encallan

con todas las verdades unidas.


Recibe mi canto con toda mi luz

hoy llevo en mis versos tu lucha y virtud

el canto del pueblo es el canto del sol

protege tu cielo, protege tu amor

el amor de los que ya no están

el amor de los que vendrán”.

Esa es la voz y el canto del jibaro Brown, que se resiste e insiste en que “hay que seguir cantando, porque con la música liberamos la emoción. Hay que seguir confrontando lo injusto del sistema porque en el cuestionamiento podemos darnos de frente con lo positivo, que es, estar vivo. Hay que seguir comunicando, hurgando en el pasado y descubriendo lo heroico de nuestra historia, y contarlo. Tengo suerte de ser músico en este país que resiste. Y este es el país que Fabi y Emil se merecen (sus hijos)”. Este es el autor del Pillo buena gente, metáfora del convulsionado mundo que vivimos, y que aún sigue cantando quijotesco a sus 73 años de vida. Eso sí: más buena gente que pillo.

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