Las Pirañas Krew son un grupo de mujeres grafiteras que le apuestan al grafiti y al muralismo para reivindicar derechos reproductivos, de género y feminismo. Hacen grafiti desde 2013 y consideran que este tipo de arte tiene más impacto, ya que puede quedarse más fácilmente en la memoria de los transeúntes.

Por Carlos Gustavo Rengifo Arias
Grafiti y memoria
Para varios artistas en Colombia, el muralismo y el grafiti se han convertido, no solo estéticamente sino políticamente, en vehículos de memoria, resistencia y denuncia; y las Pirañas Krew son un buen ejemplo, en la ciudad de Medellín, de esta apuesta estético-política.
Pirañas Krew está conformado por Luisa Cárdenas (Antro), Daniela Arbeláez (Dana), Juliana Ruiz (Rula), Laura Álvarez (Paprika), Anyela Vanegas (Anye) y Angie Melissa. Se hacen llamar así, porque, como lo dice Luisa Cárdenas, una de sus voceras, “queremos mostrar carácter y que no nos vean como mujeres suavecitas”. La apuesta, desde el nombre, tiene que ver con romper los lugares comunes y machistas que definen a la mujer como débil y delicada. Este colectivo feminista está adscrito a una plataforma social que se llama “Girls to the front”, que reivindica la participación de los jóvenes en el arte. Esta plataforma, señala Luisa, se creó en 2017, debido al aumento de los feminicidios y la violencia de género, y busca promover el bienestar de las mujeres a través del mundo por medio del arte, visibilizar la explotación, los feminicidios y reivindicar las nuevas masculinidades.

Según Luisa, entre sus murales representativos están: “Las medusas”, un mural en el que tratan el tema de los feminicidios. Medusa, en la mitología griega, era un monstruo ctónico femenino (del inframundo), que convertía en piedra a aquellos que la miraban fijamente a los ojos. Fue decapitada por Perseo, quien después usó su cabeza como arma hasta que se la dio a la diosa Atenea para que la pusiera en su escudo, la égida. Para Luisa, la historia de Medusa es uno de los primeros ejemplos (mitológicos) de feminicidio, un lugar común que se repetirá en la cultura y el arte al asociar a la mujer con lo maligno e impuro. También realizaron otro mural que tiene por título “Power full”, que habla sobre las lideresas asesinadas en Colombia. Cuenta Luisa que uno de los murales en donde estaba pintada la lideresa asesinada Marta Córdoba fue objeto de violencia: vándalos le tacharon el rostro a esta mujer, queriendo con eso, según Luisa, censurar la memoria de las luchas políticas en las que se han comprometido las mujeres.
El Grafiti como proyecto pedagógico.
En la apuesta de este colectivo está la intención, como lo afirma Luisa, de “transformar las mentes y crear voluntades críticas, involucrar al público, no solo que sea un espectador; de esta manera se crea ciudadanía crítica”. Para este colectivo el grafiti y el arte urbano es una apuesta política y representa la función social del artista; involucrar a la gente en la elaboración de los murales hace que la comunidad se apropie más de ellos, y, por tanto, que no deje borrar los muros.
Para este colectivo, “el grafiti es un proyecto pedagógico, es un juego, es para divertirse”. Considera que los artistas no son dueños de los muros, ya que es un espacio público, por tanto, es efímero. Pero este proyecto artístico no solo se limita a pintar murales, sino que, además, brinda clases de pintura a jóvenes, en donde abordan no solo aspectos del arte, sino la concepción de lo masculino y lo femenino y temas de género.
Por una Ciudad Feminizada

Cuenta Luisa que a ella y a sus compañeras las han violentado en la calle por estar pintando. “Una vez un taxista nos vio pintando y nos gritó que nos iban a cortar las manos; también nos han llamado feministas genocidas, y hasta otros colectivos de artistas urbanos nos han amenazado con darnos puñal si les quitamos ‘sus muros’”.
El pensamiento y la apuesta artístico-política y de ciudad de las Pirañas Krew se condensa en un manifiesto artístico que se llama por una Ciudad Feminizada, en el que señalan que, “como mujeres, nos han dicho que necesitamos unos brazos fuertes, masculinos, que nos rodeen y nos cuiden; asociando el amor y el cuidado a la posesión y los celos, que aquel que te cela es porque te quiere. Como grafiteras nos han dicho que la calle no es nuestro lugar, que es peligroso, impidiendo la expresión de nuestro arte y relegándonos a oficios de artesanía. Y como feministas nos han dicho que es una causa perdida, reduciendo el debate a que el feminismo es machismo, borrando las luchas de igualdad y equidad que han costado tanto. Y esto es solo un síntoma de una ciudad violenta que agota y censura movimientos sociales y artísticos; pero resistimos en lo cotidiano siendo mujeres, feministas y grafiteras. Esta ciudad está masculinizada, todo en términos de destruir para hacerlo más grande y vistoso, cemento, producir, vender, mano dura… Nuestra mayor ficción, que nos moviliza, es la feminización del mundo, donde son posibles otras masculinidades y donde la ética ciudadana es el erotismo: un compromiso estético con el cuerpo del otro”.
Las Pirañas Krew se imaginan, como artistas, mujeres y feministas, una ciudad diversa, sin violencia de género, sin homicidios ni feminicidios y en donde abunde el arte.
