Que los árboles cuentan historias, parece ser de conocimiento común, no obstante, pocas veces en nuestros ejercicios de memoria, y mucho menos cuando hablamos del patrimonio cultural y arquitectónico de una ciudad, lo tenemos en cuenta. En Medellín, algunos quijotes se vienen juntando para hacer práctico un ejercicio de educación ambiental y memoria viva cuyo protagonista es el árbol.

Por Ányela Heredia
Caminando, caminando y contemplando la naturaleza que aún alberga la ‘metrópoli’ se pueden encontrar grandes sorpresas, verdaderos oasis de fauna y flora, en medio de la polución, del ruido y el tráfico consumista y esquizofrénico de la ciudad.
Así se juntaron Ricardo y Mariana, dos apasionados artistas y pedagogos preocupados por rescatar la importancia del árbol en el territorio urbano. “El árbol urbano cumple otras funciones que el árbol en el campo”, afirma Ricardo. No solo es ornamento, sino que aporta sombra, oxígeno, sirve de corredor biológico para especies de ciudad, en fin, nos presta variados servicios ecosistémicos, pero además el árbol está estrechamente ligado al desarrollo urbanístico de la ciudad, a las historias de barrio, a la historia de sus pobladores y la identidad que construye cada quien en su territorio.
El arte, el dibujo y la observación van muy de la mano, según cuenta Mariana, quien es artista plástica, y ese ejercicio de delinear árboles, de habitar con ellos y hacerles preguntas fue despertando en ella una sensibilidad y una curiosidad particular por las historias que cuentan esos árboles. “Cada vez que nos quedábamos largo rato con- templando un árbol, disfrutándolo, llegaba alguien que nos contaba una historia, sobre quién lo había sembrado, cómo había resistido y así nos fuimos encarretando”. Cuenta que de tanto andar fueron encontrando también a su paso otra gente, otros locos con iniciativas interesantes que no conocían en torno a los árboles, y también artistas, ambientalistas, historiadores, antropólogos, preocupados por rescatar la historia y el patrimonio de la ciudad, un tema que está muy en boga por estos días en que la actividad turística y la construcción de imaginarios de posconflicto florece en la Capital de la Montaña.

Cuando se habla de patrimonio se habla siempre de patrimonio arquitectónico y Medellín lo ha destruido casi todo, dice Mariana. Por eso “hablar de patrimonio arquitectónico es hablar de lo que se derrumbó y qué se construyó en su reemplazo, pero nosotros quisimos rescatar el árbol como elemento vivo”. El árbol en muchos sentidos aparece aquí como elemento vinculante, de pasado y presente, de geografías distintas, de comunidad, de identidad y es muy importante nombrarlo.
Rescatar el árbol implica también aprender de él, saber qué se puede esperar de él y qué no. Por ejemplo, muchas especies ornamentales, que las personas siembran deliberadamente, terminan siendo un problema porque dañan la infraestructura, obstruyen drenajes, interfieren con el cableado eléctrico y las telecomunicaciones, compiten con otros por sombra y terreno y a la larga terminan siendo taladas después de haber resistido por muchos años. Desafortunadamente, esos árboles no se reemplazan y así se pierde toda la buena intención conque los plantaron. Por todo lo anterior, sostienen Ricardo y Mariana, es muy importante, además de hacer inventarios y revisar el estado fitosanitario de los árboles en la ciudad, hacer educación ambiental en torno al árbol, rescatar su importancia no solo ornamental, sino cultural y sus aportes a la construcción de memoria e identidad y poder enseñarle a la gente cuál es la especie que mejor se ajusta a su entorno, cómo sembrarla y cómo cuidarla.

Para juntar todas esas intenciones, Mariana y Ricardo se inventaron unos recorridos para reconocer y reconocernos en torno a los árboles que habitan la ciudad. En esos recorridos se referencian especies, cuáles predominan y porqué, se cuentan historias, se posibilita el encuentro con otros habitantes de la ciudad y se va construyendo una ruta que luego puede ser consultada por cualquiera que se interese por el patrimonio arbóreo de su ciudad.
Este año comenzaron con el barrio Prado Centro, gracias a un estímulo de la Secretaría de Cultura que se enfocaba específicamente en proponer rutas patrimoniales por ese barrio emblemático de Medellín. Y se encontraron con que tan solo en esa zona se encuentran alrededor de 140 especies distintas. Y algunas delas que predominan, son el casco de vaca y el guayacán amarillo, un árbol que por su belleza y su amplia presencia en el valle de Aburrá se ha ido convirtiendo en insignia.
Lo cierto es que los guayacanes no están en Prado Centro por casualidad; la historia cuenta que su fundador, Ricardo Bolano, pretendía dar los primeros pasos hacia la construcción de una “ciudad jardín” con la siembra de guayacanes amarillos en las carreras y guayacanes rosados en las calles, además de la siembra de cadmios en lugares estratégicos que, al aprovechar las corrientes de aire que bajan de las montañas de Santa Elena, podrían odorizar todo el barrio.
Y así como la ruta del guayacán amarillo en Prado Centro nos cuenta una historia que va más allá de gamonales y aristócratas queriendo embellecer su barrio a finales del siglo XIX, otros árboles y otras plantas seguramente nos contarán historias de campesinos desplazados de sus tierras, cuyo único vínculo material con el campo ha sido sembrar pequeños jardines cerca de sus casas; los mangos nos contarían historias de hambre y solidaridad.
Todos esos relatos y otros muchos que vinculan a los árboles con historias de amor o familiares, con historias de pájaros que toda- vía resisten a la polución y nos alegran las mañanas, etc., cuando se juntan nos hablan de la función social del árbol y construyen identidades.
Así se han ido juntando también otros quijotes como el ingeniero forestal Mauricio Jaramillo o el artista Orlando Pulido, que se sumaron a la propuesta y han puesto sus saberes en función del proyecto, pensando la educación ambiental como un ejercicio creativo en el que todos podemos aportar desde lo que hacemos.
El próximo recorrido será el 18 de octubre, se pueden inscribir en:
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