
Por Carlos Gustavo Rengifo Arias
Para el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en Inglés), la crisis del agua es una de las amenazas mundiales potencialmente más graves para la humanidad, por encima, incluso, de las catástrofes naturales, las migraciones y los ciberataques. Sin embargo, esta organización privada, de carácter internacional que se dice independiente y sin fines de lucro, y que agrupa a los líderes empresariales, políticos, intelectuales y sociales más influyentes del planeta, no ha querido reconocer, primero, que la crisis de acceso al agua es solo el comienzo de una debacle ambiental y social planetaria; y por otro lado, no ha puesto nunca en cuestionamiento que la dinámica de producción y de consumo desde la revolución industrial, es decir, el capitalismo mismo, es según los científicos, la causante de la crisis sistémica que afronta, no solo la humanidad, sino la vida planetaria en su conjunto.
Crisis sistémica
Y es que a pesar de que el 70% del planeta está cubierto por agua, tan solo el 3% corresponde a agua dulce. La “hora cero” de la crisis del agua no es solo para la Ciudad del Cabo en Sudáfrica, sino además, también, para otras 11 ciudades en todo el mundo: Sao Paulo, Bangalore, Pekin, Moscu, Yakarta, El Cairo, Estambul, Ciudad de México, Londres, Tokio y Miami. La situación es bastante grave, ya que según una investigación publicada en el 2014, de las 500 ciudades más grandes del mundo, una de cada cuatro atraviesan una situación de «estrés de agua», lo que según Naciones Unidas sucede cuando los suministros anuales descienden por debajo de 1.700 metros cúbicos por personas.
Esta situación se explica por la existencia de grandes ríos bloqueados por represas que producen energía, agotamiento de las capas subterráneas freáticas (fuentes de agua milenarias), fuentes aguas afectadas por elevadas olas de calor y por distintas formas de contaminación, urbanismo desenfrenado y destrucción de bosques, situaciones que amenazan al planeta con perder cerca del 40 % del agua potable para el 2030.
El panorama ha tomado la forma de un cataclismo ambiental y social, toda vez que ha estado acompañada de aumento creciente de la temperatura del planeta, el derretimiento de los polos norte y sur, de los cuáles queda menos del 40%, con sus graves implicaciones no solo sobre el equilibrio ecológico, sino incluso geográfico, ya que implicará que muchas regiones del mundo quedaran inundadas, produciendo la alteración de las fronteras geográficas y migraciones a una escala nunca antes vista. La inmensa cantidad de contaminantes químicos y plásticos arrojados a los océanos (ya hay un continente de plástico fruto de la compactación de dicho material en el centro del océano Pacífico Norte, con un tamaño aprox. de 1.400.000 km²), están acabando con las barreras coralinas en todo el mundo, lugar de hábitat de las más importantes especies de vida en los mares, muchos de ellas de consumo humano, la contaminación del aire, y la perdida de más de la mitad de especies animales y vegetales a nivel mundial.
La crisis social se manifiesta en la amenaza de hambrunas adicionales a las que ya ocurren, por la muerte de las abejas (responsables del 70% de la producción de alimentos en el mundo), extrema pobreza (702 millones de personas viven en condición de extrema pobreza en el mundo, lo que representa el 9,6% de la población mundial, según el informe ‘Global Monitoring Report’, elaborado conjuntamente por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), concentración de riqueza (Según un informe del 2018 de Oxfam, 3.700 millones de personas, es decir el 50% de la población mundial, no se benefició del crecimiento que experimentó la economía el año pasado, mientras que el 1% más rico se embolsó el 82% de la riqueza), desplazamiento y aumento de refugiados escapando de la violencia y el hambre en sus respectivas naciones.
Tragedia planetaria, negocios y conflictos globales por el agua.
En medio de la actual tragedia planetaria, los hombres de negocios no desaprovechan cualquier situación para acumular riqueza. En el caso del agua, según un informe del 2015 de la Revista Digital Conexión México, grandes conglomerados bancarios como Goldman Sachs, JP Morgan Chase, Citigroup, UBS, Deutsche Bank, Credit Suisse, Macquarie Bank, Barclays Bank, Blackstone Group, Allianz y HSBC, entre otros, consolidan su control sobre el agua del planeta, comprando predios con abundancia de agua (ya sea superficial o subterránea), para poder especular a futuro con el precio de la misma, cuando este escasee de manera dramática.
Pero aún sin haber estallado la actual crisis por por el agua, el capitalismo ya excluía del disfrute de este vital líquido a más de 1.000 millones de personas que no tenían acceso al agua y a otros 2.700 millones les hace falta por lo menos un mes del año. Esto ha despertado el mundo una serie de conflictos por el uso del agua que podrían tomar la dimensión de guerras, como es el conflicto entre Bolivia y Chile (por el rio Silala), entre Israel y Palestina (por el Río Jordán y los acuíferos de las localidades de Gaza y Cisjordania), entre Turquía, Siria e Iraq (por los ríos Tigris y Eufrates), entre Zambia, el Congo, Angola, Namibia y Zimbabue ( por el río Zambese), entre Egipto y Etiopía (por el río Nilo), guerras interétnicas en Mali y Nigeria (Africa occidental), China e India.
El anterior estado de cosas viene advirtiendo a la humanidad de una dicotomía económica, social, ambiental y cultural imperativa: ¿El Capitalismo o la vida?