Silva y Villalba: Homenaje a la música tradicional colombiana

Silva y Villalba
Ilustración: Andrés Barrientos

José Abelardo Díaz Jaramillo

La muerte reciente de Rodrigo Silva marca el fin de uno de los duetos de música tradicional más importantes en la historia de Colombia. Su obra constituye un valioso acervo cultural del cual muchos colombianos “echaron mano” para conquistar amores, imaginar tierras desconocidas o evocar el pasado de la nación. El reconocido dueto musical se asumió como representante de la cultura musical del pueblo colombiano, y, sin duda, estará presente cada vez que en algún hogar, cantina o fiesta local suenen canciones como Negrita, Viejo Tolima o El Barcino.

Origen del dueto

Rodrigo Silva y Álvaro Villalba formaron el dueto ‘Silva y Villalba’ en 1967, luego de conocerse de forma casual en una heladería en El Espinal. Animados por el éxito conseguido en un concurso en 1968, grabaron su primer disco al año siguiente. Con canciones de compositores como Jorge Villamil, José A. Morales, Óscar Fajardo y del propio Rodrigo Silva, el disco titulado “Viejo Tolima”, incluyó canciones como Al Sur, Oropel, Pescador, Lucero y Río, Soñar Contigo, El Caracolí, Sangre en el Río, El Canalete, Dulce Coyaima Indiana, Adiós Morena, Llano Grande y Tolima Grande. El éxito en ventas fue notable, para sorpresa de los artistas.

Desde ese momento, y con una imagen pública en crecimiento, Silva y Villalba dieron continuidad a una empresa que, de entrada, les puso el reto de no ser inferiores a lo hecho por duetos como Garzón y Collazos, los Hermanos Martínez y Emeterio y Felipe “Los Tolimenses”. Al cabo de cuatro décadas de vida artística los resultados son contundentes: Silva y Villalba grabaron más de 500 canciones, produjeron cerca de 40 trabajos discográficos y obtuvieron muchos reconocimientos en el país y en el exterior. Además, como producto de las ventas obtenidas, fueron merecedores del Disco de Oro, una distinción difícil de lograr para un género musical como el que cultivaron. También realizaron giras internacionales a países como Venezuela, Ecuador, Brasil, Canadá y los Estados Unidos.

Recordar el pasado

Las canciones interpretadas por Silva y Villalba se refieren especialmente a temas como el amor, la vida en el campo, los paisajes de departamentos como Huila y Tolima, y las fiestas y tradiciones regionales. Existe también un grupo de canciones que evocan situaciones del pasado que tuvieron cierto impacto: Tierra Comunera y Si pasas por San Gil (en las que se recuerda la gesta comunera de 1781 y el papel de José Antonio Galán), Reclamo a Dios (que evoca la tragedia de Armero de 1985) o El Barcino, Viejo Tolima, A quién engañas abuelo, El retorno de José Dolores, (que evocan hechos ligados a la violencia política que sacudió el campo desde la década de 1940). La circulación de esas canciones por distintas localidades del país, pero particularmente en la zona andina, permitió que se preservara una memoria colectiva de aquel turbio pasado.

Por ejemplo, en Viejo Tolima, composición que escribió Rodrigo Silva para recordar a unos tíos que debieron abandonar su finca, acosados por “la chusma”, se evoca la suerte de muchos campesinos que debieron huir de sus tierras: Qué triste quedó mi rancho y abandonado / porque tuve con mi negra que irme de allí / quedó mi trapiche solo todo acabado / ya no es la misma tierra que conocí / me quitaron el rancho con las vaquitas / que aunque eran tan poquitas eran de mí… / como te extraño entonces viejo Tolima / como quisiera volver a ti.

En El retorno de José Dolores (Jorge Villamil) sabemos que José Dolores regresa a su “tierra querida”, procedente de la ciudad, a donde tuvo que ir huyendo de la violencia. José Dolores retorna “solo” y “triste”, con la intención de “perdonar”, pese a que todo le fue arrebatado por la violencia: Mi yegua con su potranca / y mi vaquita lechera / las perdí en la cruel violencia / lo mismo la platanera. En El Barcino, compuesta por Jorge Villamil en 1968, se narra la historia de un novillo cuyas travesías guardan relación con la guerra que se vivió en Colombia en los años 60. Dicho novillo es arriado por guerrilleros hasta El Pato y El Guayabero, guiados por Pedro Antonio Marín (Manuel Marulanda Vélez), conocido como “Tirofijo”. La canción, por cierto, le trajo a Villamil problemas, mientras que a Silva y Villalba les representó mayor reconocimiento nacional.

El artista y su dolor

Las dificultades de salud padecidas por Rodrigo Silva y Álvaro Villalba en la última etapa de sus vidas no dejan de generar indignación, especialmente por el trato que recibieron del Estado, indiferente ante la suerte de dos artistas que hicieron notables aportes a la imagen de nación a través de los ritmos musicales tradicionales. Rodrigo Silva falleció por un cáncer que lo aquejaba desde hace varios años y Álvaro Villalba, a sus 86 años, padece las consecuencias de una isquemia cerebral que tuvo en 2010, y que le impidió volver a tocar la guitarra.

En el caso de Rodrigo, en momentos en que padeció la enfermedad, su relación con el sistema de salud fue lamentable y, para colmo de males, nunca logró acceder a una pensión. Su esposa, Carolina del Río, afirma que Rodrigo Silva y Álvaro Villalba empezaron a cotizar por intermedio de la Sociedad de Autores y Compositores (Sayco) pero ésta “dejó de pagar pensión por ellos… después se trató de volver a conseguirlo, pero no fue posible”. También se gestionó una pensión por mérito, que fracasó igualmente.

Ni Sayco ni el Estado tuvieron el gesto de reconocer lo que durante décadas hicieron los dos artistas. Las dificultades económicas que signaron los últimos años de Rodrigo y que hoy resiente Álvaro, se explican, en parte, por los pocos ingresos recibidos por concepto de regalías, que en su mayoría, según comenta Carolina del Río, se fueron para las disqueras.

En alguna oportunidad, refiriéndose a la idea de riqueza, Silva manifestó una tesis de promover y defender la existencia de una cultura nacional y, por deducción, la protección de sus cultores: “Sabremos lo que somos y lo que tenemos el día que aprendamos a diferenciar la riqueza, la que posee el músico, el escritor, el pintor o el poeta… esa riqueza es la que se va con nosotros; la de los bancos y propiedades, se queda cuando definitivamente nos vamos” (sic).

Lamentable el comportamiento del Estado ante la situación de artistas que han contribuido a forjar una identidad nacional. Se ha ido Rodrigo Silva, y con él, parte de la historia musical del país. Para fortuna de muchos, nos quedan sus canciones, que seguiremos escuchando por siempre.

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