
Hay noches que retumban como la tempestad
que sacuden las entrañas de nuestra estirpe
Sin darnos cuenta fuimos separados como partículas sopladas por un viento seco
El sueño de ser íntegros se trituraba noche tras noche
¡A saber bajo qué cielo falso!
El caso es que olvidamos
que los relámpagos son las venas de luz
que un día despertaron nuestras entrañas
El caso es que la tierra ha soportado más bombas
que tempestades el cielo
Hay algo corroyendo nuestras entrañas
algo que no es zompopo
porque los zompopos carcomen las hojas, pero no las raíces.
La tempestad no es la furia del Creador y Formador
es un niño que baja a comer guayabas sobre la tierra
que se enfada por cada guayabo degollado
y las abuelas lo saben
y lo repiten
una y otra vez
otra y otra vez
La tempestad no es la furia del Creador y Formador
Pero qué pasará
cuando olvidemos que el susto es una enfermedad
cuando olvidemos el remedio
cuando olvidemos que la tempestad no espanta
sino transporta la obsidiana que corta los males
Hay noches que retumban como la tempestad
para que entendamos que soñar no es permanecer dormidos profundamente
Una nube detuvo sus pasos
y llovió el mensaje del mundo de arriba
una llamarada brotó del cerro
y chisporroteó el mensaje del mundo de abajo
Nuestro mensaje en este mundo es claro
y viene desde los pulsos que delinean las salidas y caídas de sol
desde los rastros de la partida y retorno de la luna
desde los hilos que vienen del fondo de nuestros sueños
desde nuestras veredas trilladas hacia las raíces de la vida
desde los agujeros por donde el corazón se vuelve libre
Cómo pesan los siglos que hemos cargado
mientras otros borraban nuestras huellas
para que no quedara rastro de lo que somos
Ahora nuestros ojos nunca más serán capaces de aceptar
que el sueño de los niños continúe suspendido en un cielo encapotado
Ahora nuestros pechos nunca más soportarán
que el sudor nuestro sea absorbido por un polvo que vuela hacia el vacío
Aquí estamos, con nuestra fuerza en la garganta
con nuestra voz rescatada
aquí estamos
para decir que en ningún momento fuimos callados
que siempre estuvimos de pie
aquí estamos abriendo nuestro camino.
Sabino Esteban Francisco. (1981). Poeta y docente guatemalteco de ascendencia maya q’anjob’al. Durante el conflicto armado interno, su familia se refugió en Chiapas, México, durante dos años. En 1984 regresó a Guatemala para incorporarse al campamento “Los Limones” de las Comunidades de Población en Resistencia –CPR– de Ixcán. Ha publicado los libros de poesía Sq’aqaw yechel aqanej / Gemido de huellas (Editorial Cultura, 2007), Yetoq’ junjun b’ijan aq’al / Con pedazo de carbón (Editorial Cultura, 2011) Xik’ej K’al Xe’ej / Alas y raíces (Catafixia Editorial, 2013) y Sq’och Xajaw/ La escalera de la luna (Editorial Cultura, 2017). Ha sido invitado a festivales de poesía y eventos culturales en Guatemala, España, México, Estados Unidos y Colombia. El poema aquí publicado es inédito y cedido especialmente para los lectores y lectoras de El Colectivo.